Por: Luis Marroquin, Director General de Fundación Providencia.
Vivimos en tiempos marcados por un profundo egoísmo personal e institucional. Sin embargo, para progresar es necesario sacrificar. Por ejemplo, si queremos avanzar en la vida académica es necesario sacrificarse y estudiar, habrá noches de sacrificio, tareas por entregar, trabajos que presentar, exámenes que aprobar, pero al final obtendremos no solo un título de aprobación, sino conocimiento.
Si queremos empleados satisfechos es necesario cambiar el clima laboral y convertir las organizaciones en excelentes lugares para trabajar.
John Maxwell en su libro “Las 21 leyes irrefutables del liderazgo” menciona en una de las principales leyes es que un líder debe sacrificarse para progresar. Una de las maneras de progresar es dar. Una de las maneras de sacrificarse es ser generoso.
Está bien velar por nuestros intereses personales, pero no de una manera que excluya a los demás. Por ejemplo, queremos una persona que nos haga feliz, pero no buscamos ser nosotros la pareja perfecta. Solemos caer en el pensamiento de: “todo se trata de mi”. Es buen tiempo para cambiar los paradigmas, es un buen tiempo para desapegarnos de las cosas, es un buen tiempo para dar. Nadie recoge nada en la vida con las manos llenas. A veces debemos perder para ganar. Debemos despojarnos de cosas para llegar a la meta y tratar a los demás como queremos ser tratados.
Siendo sinceros, a todos nos gusta recibir. Cuando alguien te regala algo te sientes bien, te sientes especial, pues ocupaste una parte del pensamiento de la otra persona que provocó el querer obsequiarte algo. Sin embargo, una persona generosa ama más dar que recibir. Es mejor añadir valor al prójimo, sorprender a las personas de una manera positiva y entregarles un nivel adicional de felicidad.
Somos completados, tenemos un nivel de realización mayor cuando damos. Te llenas de gratitud cuando recibes, pero experimentas realización cuando das. Esto significa que he hecho algo bueno por otra persona. Ahora bien, la pregunta es ¿yo qué puedo hacer para añadir valor a una persona, una organización o un país?
La cultura del dar debe estar impregnada en nuestras vidas, en nuestros colaboradores y en nuestras organizaciones, pero también en los miembros de nuestras familias, empezando por nosotros mismos. Instituciones que ofrecen mejores condiciones laborales para sus empleados obtendrán a cambio personas comprometidas que impulsen la productividad.
Organizaciones y empresas que velen por los intereses de sus trabajadores, obtendrán en contraparte que ellos se conviertan en embajadores de sus marcas, menor rotación de sus empleados y por tanto un importante retorno a su inversión.
La generosidad se manifiesta de muchas maneras como es ayudar a un extraño, donar dinero o en especie y entregar el tiempo como voluntario para una causa.
De acuerdo al “World Giving Index 2022” Indonsesia, Kenya y los Estados Unidos son los países del mundo más generosos. Seguidos por Australia, Nueva Zelanda y Myanmar.
La cultura del dar se refleja en su filantropía, en apoyo a organizaciones no gubernamentales y acciones colectivas de solidaridad; así como los donativos religiosos y un ecosistema de generosidad que impregna todas las áreas de una cultura. En un ranking de 119 países, México ocupa el lugar número 37 por detrás de otros países latinoamericanos como son Brasil, Argentina, Honduras y Venezuela. Sin embargo, los mexicanos podríamos definirnos a nosotros mismos como personas que saben dar. Y es verdad, un mexicano es generoso, abre las puertas de su casa, comparte su comida, hospeda amigos y familiares, ayuda en caso de desastres naturales, es solidario en la tragedia, extiende la mano al que pasa por dificultad, aunque no le conozca. Sin embargo, es tiempo de implementar una cultura de generosidad, es tiempo de dar.
La generosidad es rentable. Nos volvemos agricultores de la vida, lo que sembramos para ayudar a otros lo cosechamos con creces. Todos tenemos sueños propios en la vida, pero al ayudar a los demás nos ayudamos a nosotros mismos. De esta manera abrimos puertas a nuevas experiencias, desarrollamos nuevas habilidades y creamos redes de personas que alguna vez también podrán ayudarnos en el camino. Es tiempo de establecer una cultura del dar en nuestro país.
Seamos generosos eso siempre será rentable