Por Nora González
Definitivamente las redes sociales, llegaron para revolucionar nuestra vida y sobre todo la manera de comunicarnos y la forma de interactuar con los demás; ya sean conocidos o personas totalmente ajenas a nosotros y en cualquier punto del mundo en el que se encuentren.
Estas nuevas interacciones, pueden generar en nosotros inmensas alegrías, acercándonos a personas que viven en otros países: familiares, amigos, conocidos, que probablemente dejamos de ver hace años y no teníamos noticias de ellos; fomentando reencuentros fabulosos a través de las redes sociales; así como la nobleza en ciertos aspectos cuando un ejemplo, un problema, una causa, una buena acción, da la vuelta, prácticamente a todo el globo terráqueo, y esto en cuestión de segundos. Y por supuesto las ventajas para darnos a conocer, vender y difundir lo que hacemos en el campo profesional.
Pero también tienen la parte “cruel”, porque a través de estas plataformas, reina el anonimato y eso les da poder a muchas personas para alimentar discursos de odio, acoso, violencia e incluso ocasionar “ciber bullying” que desgraciadamente se ha cobrado la vida de muchas personas en el mundo. Es difícil controlar la velocidad en la que se trasladan las noticias, sean falsas o veraces.
Uno de los aspectos que parece más preocupante, es la esclavitud moderna a la que nos somete la búsqueda y necesidad de reconocimiento inmediato en el ciber espacio, a través de los “likes” o de la cantidad de seguidores. Ahora medimos el éxito, la popularidad, el reconocimiento, nuestra autoestima y propio valor, en cuántos “likes” obtenemos.
Todo se reduce a un movimiento a través de un click; que se traducen en la aceptación que recibimos. Sin saber muchas veces, quiénes están del otro lado de la pantalla. Lo grave es que, al no obtenerlos, esto, nos genera, angustia, tristeza, sentido del fracaso e incluso, soledad. Pareciera que sin estos “likes”, no existimos. Olvidándonos de que esto, no es la vida real. Pero para muchos, sus vidas, se han trasladado al mundo digital y ahí es donde hay que ESTAR y EXISTIR, eso es lo que importa. Y se hace cualquier cosa con tal de conseguirlo.
Enfrentarnos a esto, para que no domine nuestras vidas, no es algo fácil. La cultura de la inmediatez, está cada vez más presente en nuestras vidas, ignorando que este tipo de “reconocimiento” no es otra cosa, que humo, algo que se desvanece, que es efímero. Y por ello no debería controlar nuestras emociones.
Pareciera que es difícil separar la vida “online” de la vida real. ¡Es necesario! Y no porque haya que prescindir de las redes sociales y de todas las ventajas que nos dan, sino porque nuestra vida está aquí, al otro lado.
Artículo escrito por Nora González
Nora González cuenta con más de 15 años de experiencia en el sector social, tanto en México como en España.
Su trayectoria ha estado enfocada en áreas sociales; en el ámbito público y en Organizaciones Civiles. Además ha desempeñado cargos en Participación Ciudadana, Prevención de la Violencia de Género, Diseño y Formulación de Proyectos de Cooperación Internacional y Capacitación y asesoría en Recaudación de Fondos.