El Día Internacional de la Mujer es una fecha muy importante en el calendario. Se conmemora la lucha histórica de las mujeres por sus derechos y la igualdad de género. Este día es un recordatorio de los sacrificios que muchas mujeres han hecho para lograr la igualdad, así como la lucha continua que aún enfrentan en todo el mundo. Aunque no es una fecha para celebrar, es una oportunidad para reflexionar y honrar el valor y la fuerza de las mujeres. Es importante que los hombres se unan a esta conmemoración, pero siendo conscientes de cómo hacerlo de manera apropiada y respetuosa, entonces, ¿cómo apoyar de manera genuina sin caer en protagonismos o gestos vacíos?
Si realmente quieres ser un aliado de la igualdad de género, te compartimos algunos consejos que te ayudarán a contribuir de manera auténtica y con impacto real.
No felicites, mejor reflexiona y actúa
No se trata de felicitar, sino de reflexionar y actuar. El 8 de marzo no es una celebración, es un día de lucha y reivindicación. En lugar de decir «Feliz Día de la Mujer», mejor usa este momento para escuchar, aprender y amplificar las voces femeninas. Pregunta en tu entorno cómo puedes contribuir a un ambiente más equitativo y observa las desigualdades que enfrentan las mujeres a tu alrededor. Más allá de las palabras, hay acciones concretas que suman a la causa, como apoyar a una organización que defienda los derechos de las mujeres o participar en algún evento en tu comunidad. Lo importante es entender que este día no se trata de halagos, sino de compromiso con un cambio real.
Deja el mansplaining en el pasado
Seguro has escuchado el término mansplaining, pero si aún tienes dudas, aquí va una explicación sin condescendencias. Ocurre cuando un hombre le explica algo a una mujer de manera paternalista, asumiendo que ella no entiende, aunque sea experta en el tema. Es frustrante, ofensivo y perpetúa la idea de que las mujeres necesitan que alguien les aclare lo obvio. En lugar de lanzarte a dar lecciones, escucha de verdad. Si tienes dudas, haz preguntas con respeto, sin asumir que quien tienes enfrente necesita que le expliquen su propio conocimiento. La conversación es mucho más enriquecedora cuando hay un verdadero intercambio y no una clase innecesaria.
No hagas que todo gire en torno a ti
Está bien que quieras apoyar la causa, pero el 8 de marzo no es el día para hablar de lo buen aliado que eres. Evita centrar la conversación en tu experiencia o en cómo tú has aprendido sobre feminismo. En lugar de eso, abre espacios para que las voces de las mujeres sean escuchadas, ya sea en tu trabajo, en casa o en redes sociales. Comparte contenido creado por mujeres, amplifica sus mensajes y, sobre todo, escucha más de lo que hablas. Ser un aliado no significa robarse el protagonismo, sino entender que el papel más importante que puedes jugar es apoyar sin opacar.
Cuestiona tu propio machismo
Nadie crece en una burbuja. Vivimos en sociedades donde los roles de género han estado marcados por generaciones, y eso significa que, quieras o no, puedes estar reproduciendo actitudes machistas sin darte cuenta. Ser un verdadero aliado no se trata solo de apoyar la lucha feminista desde afuera, sino de hacer una revisión honesta de tus propias acciones y creencias.
Pregúntate con sinceridad: ¿te has apropiado del espacio en reuniones sin dejar que una mujer termine su idea? ¿En casa asumes que las tareas de limpieza y organización “se dan por hecho”, pero nunca te encargas de ellas? ¿Dejas que sean las mujeres las que llevan el peso emocional en tus relaciones, mientras tú te desentiendes?
El cambio empieza por reconocer estos patrones y corregirlos. No basta con declararte feminista si tus acciones siguen perpetuando la desigualdad. Revisarte, aprender y hacer ajustes es parte del proceso de ser un verdadero aliado.
Reconoce tus privilegios
Aceptar que tienes privilegios no significa que no hayas trabajado duro o que todo te haya caído del cielo, sino que hay barreras que tú no has tenido que enfrentar solo por ser hombre. No te han cuestionado si eres lo suficientemente fuerte para un puesto de liderazgo, no te han interrumpido constantemente en reuniones por tu género, y probablemente nunca te han preguntado quién cuida de tus hijos cuando estás en el trabajo.
El privilegio no es una culpa, pero sí una responsabilidad. Implica ser consciente de las desigualdades que existen y usar tu voz para cambiar las cosas en lugar de quedarte en la comodidad de quien nunca ha tenido que justificar su lugar. El Día Internacional de la Mujer no es para que te sientas atacado, sino para que reflexiones sobre cómo puedes contribuir por una sociedad mas equitativa.
No te pongas a la defensiva
Cuando las mujeres hablan sobre las desigualdades que enfrentan, no están atacando a los hombres en lo individual, sino señalando un problema sistémico. Es normal que ciertos comentarios te incomoden o que te haga ruido reconocer actitudes machistas en tu entorno, pero en lugar de reaccionar con un “¡pero yo no soy así!” o un “no todos los hombres”, mejor escucha con apertura y reflexiona.
Sentirse incómodo no es malo, es parte del aprendizaje. Aceptar críticas constructivas, cuestionar tus propios comportamientos y hacer cambios es mucho más valioso que defenderte sin antes analizar el contexto. En lugar de buscar excusas, usa esa incomodidad como un punto de partida para ser un aliado más consciente y comprometido.
Apoya causas reales, no solo el marketing feminista
Cada año, en torno al 8 de marzo, muchas marcas inundan las redes con mensajes de empoderamiento, frases inspiradoras y campañas que prometen apoyar a las mujeres. Pero, si detrás de esas palabras hay brechas salariales, condiciones laborales injustas o una ausencia de mujeres en puestos de liderazgo, el mensaje pierde credibilidad. El día internacional de la mujer no es una estrategia de marketing, es una lucha por derechos.
Si realmente quieres apoyar la causa, hazlo con acciones concretas. Revisa qué marcas practican lo que predican y toma decisiones de consumo responsables. Apoya iniciativas que defienden los derechos de las mujeres, impulsa espacios seguros y exige políticas públicas que generen cambios reales en la equidad de género. No se trata de comprar una camiseta con un mensaje bonito, sino de contribuir activamente a una sociedad más justa.
Escucha y respeta sin invalidar
Cuando una mujer comparte una experiencia de desigualdad o violencia, lo último que necesita es que alguien minimice su vivencia con frases como «eso pasa en todos lados» o «no es para tanto». Estas respuestas desacreditan su experiencia y refuerzan la idea de que el problema no es tan grave, cuando en realidad lo es.
Si de verdad quieres ser un aliado, lo mejor que puedes hacer es escuchar con empatía, sin interrumpir ni justificar. En lugar de buscar una respuesta rápida o restarle importancia, pregunta cómo puedes ayudar y demuestra con tus acciones que realmente te importa el cambio. A veces, lo más poderoso que puedes hacer es simplemente validar su experiencia y estar ahí de manera genuina.
La lucha es todos los días, no solo el 8M
Ser un aliado real no significa compartir un post bonito cada 8 de marzo y olvidarse del tema el resto del año. La igualdad de género es un compromiso diario que requiere coherencia y acción constante. Pregunta en tu entorno cómo puedes aportar de manera real y adopta cambios en tu día a día: promueve la equidad en el trabajo, comparte la responsabilidad del hogar y el cuidado de la familia, y denuncia actitudes machistas en cualquier espacio.
El feminismo no es una tendencia ni una fecha en el calendario, es una lucha que sigue todos los días. Si quieres apoyar, hazlo con constancia, porque la igualdad no se construye con palabras, sino con acciones.
Apoya a las mujeres en tu vida
El cambio empieza en casa, en el trabajo, en tu círculo cercano. Ser un aliado significa estar presente y respaldar a las mujeres que te rodean, ya sea tu pareja, hermana, madre, amiga o colega. Escucha con atención, apoya sus decisiones y reconoce sus logros sin restarles mérito ni asumir que su éxito es una excepción.
También se trata de actuar en los espacios donde tienes influencia. Si puedes abrir oportunidades para que una mujer crezca profesionalmente, hazlo. Si notas que en una reunión su voz es ignorada, respáldala. Si en casa las responsabilidades no están equilibradas, toma la iniciativa para cambiarlo.
El apoyo real no se trata de grandes gestos, sino de acciones cotidianas que construyen un entorno más justo. Lo importante es que las mujeres puedan desarrollarse plenamente sin barreras impuestas por la desigualdad.
Ser aliado es un camino, no una medalla
Apoyar la igualdad de género va más allá de compartir un post el 8 de marzo o decir que estás a favor del feminismo. Ser un aliado implica un aprendizaje constante, cuestionarte, escuchar y actuar con coherencia en cada espacio donde tengas impacto. No se trata de protagonismo ni de esperar reconocimiento, sino de comprometerse con un cambio real.
La lucha por los derechos de las mujeres no es una moda ni un evento de un solo día, es una causa que necesita acciones diarias. Si realmente quieres ser parte de la solución, empieza por reflexionar sobre tu papel, asume responsabilidad y toma acción donde puedas marcar la diferencia. Las intenciones cuentan, pero son las decisiones y acciones concretas las que construyen un mundo más justo para todas. 💜
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