A nivel global, 736 millones de mujeres (1 de cada 3) han sido sometidas a violencia física y/o sexual al menos una vez en su vida.1
En promedio, 5 mujeres o niñas son asesinadas cada hora por alguien de su propia familia..2
El costo anual de la violencia contra las mujeres y las niñas a nivel mundial es alrededor de $1.5 billones de dólares.3
En México, en promedio, 10 mujeres son asesinadas al día y 7 de cada 10 han experimentado al menos una situación de violencia a lo largo de su vida. 4
La violencia contra las mujeres y las niñas es un problema generalizado y persistente que afecta a 1 de cada 3 mujeres en todo el mundo.5 En el marco del 25 de noviembre, Día Internacional de la Eliminación de la Violencia contra las mujeres y las niñas, así como de la Campaña Naranja y bajo el lema de este año ¡ÚNETE! Invertir para prevenir la violencia contra las mujeres y las niñas, el Sistema de las Naciones Unidas pone en el centro la prevención de la violencia contra las mujeres y las niñas, y la necesidad de generar inversiones significativas para erradicar este flagelo y construir sociedades igualitarias que prevengan, atiendan y sancionen la violencia de género.
A pesar de los avances globales y nacionales para reconocer esta grave problemática y desarrollar medidas para atenderla, a mitad de camino hacia los Objetivos para el Desarrollo sostenible establecidos en la Agenda 2030, no hemos logrado como humanidad poner fin a la violencia contra las mujeres y las niñas. En promedio, cinco mujeres o niñas son asesinadas cada hora por alguien de su propia familia; en México, unas 10 mujeres son asesinadas al día y 7 de cada 10 han experimentado al menos una situación de violencia a lo largo de su vida. Esta violencia es consecuencia de la desigualdad que enfrentan millones de mujeres en el mundo, y está profundamente arraigada a las normas, actitudes, prácticas sociales y de género que definen relaciones desiguales en la sociedad entre personas, familias y comunidades.
En la misma línea, el impacto que conlleva la violencia contra las mujeres y las niñas en el desarrollo de las sociedades, implica un costo económico estimado en aproximadamente $1.5 billones de dólares al año a nivel global.6 Aun así, solo el 0.2% de la Asistencia Oficial para el Desarrollo (AOD)7 a nivel mundia,l se destina a la prevención de la violencia de género y dicha financiación suele ser a corto plazo y esporádica.
Ante esta problemática, es fundamental apoyar e invertir en organizaciones que trabajan por los derechos de las mujeres y las niñas, en toda su diversidad. La presencia de un sólido y autónomo movimiento feminista, es el factor más determinante para impulsar cambios en las políticas para erradicar la violencia contra las mujeres y las niñas. No obstante, a nivel global, apenas el 1% de la asistencia pública enfocada a las cuestiones de género está dirigida a estas organizaciones.
Enfocarnos en la prevención de la violencia contra las mujeres y las niñas es fundamental. Por estas razones, desde el Sistema de Naciones Unidas y la campaña ÚNETE, hacemos un llamado a los gobiernos, así como a poderes judiciales y legislativos, sector privado, universidades, medios de comunicación y sociedad civil a:
Convertirse en activistas en la prevención de la violencia contra mujeres y niñas y adoptar una postura pública en contra de ésta en sus comunidades.
Ampliar las voces de los movimientos feministas, de activistas y sobrevivientes, así como de periodistas, comunicadoras y defensoras de derechos humanos que trabajan para prevenir y eliminar la violencia contra las mujeres y las niñas. Especialmente, en mujeres indígenas y afromexicanas.
Durante los próximos años, aumentar la inversión de manera sostenible, en intervenciones de prevención de la violencia contra mujeres y niñas, que logren erradicar las causas que la originan, incluido el componente cultural.
Adoptar e implementar leyes y políticas que aborden la discriminación y las desigualdades para garantizar que se genere un entorno propicio para el cambio.
Implementar estrategias y actividades integrales de prevención en los lugares de trabajo, que garanticen acciones con perspectiva de género, que contribuyan a entornos de trabajo positivos y respetuosos, que cambien las culturas institucionales, de modo que los derechos humanos y la igualdad, y la no discriminación estén integrados en las estructuras y la práctica.
Involucrar al profesorado, alumnado, padres y madres y personas de la comunidad, para fomentar relaciones respetuosas y escuelas seguras, diversas y libres de violencia y discriminación.
Establecer alianzas con organizaciones de personas empleadoras y de personas trabajadoras, para abordar la igualdad de género en el lugar de trabajo, donde hay casos de violencia contra las mujeres.
En la misma línea, para poder generar acciones que impacten eficazmente, se debe poner en marcha intervenciones combinadas de empoderamiento económico y social, desde el respeto por la diversidad cultural, y de atención a la violencia de género que enfrentan las mujeres y niñas. El empoderamiento económico de las mujeres, puede servir como factor de protección, mediante el acceso a bienes como la tenencia de tierra y un empleo digno, que les permita prevenir y salir de relaciones abusivas y de situaciones de explotación.
Finalmente, debemos promover el activismo comunitario para cambiar las normas sociales dañinas y transformar masculinidades; promover el ejercicio de los derechos sexuales y reproductivos para prevenir los embarazos adolescentes; fomentar el apoyo a las víctimas y sobrevivientes en toda su diversidad, como las madres buscadoras, las mujeres y niñas migrantes, refugiadas afectadas por el tráfico ilícito y la trata, poner en marcha iniciativas escolares diseñadas para deconstruir estereotipos y normas de género y contrarrestar relaciones desiguales y violentas.
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Fuente: Comunicado de prensa |Ciudad de México, nov 2023