Cuando sea demasiado tarde, nos daremos cuenta de que las señales eran obvias. Encararemos la abrumadora pérdida que a la fecha es de 83% de las poblaciones de especies de agua dulce, más del doble de la merma de las poblaciones terrestres y marinas, y nos preguntaremos: ¿por qué no actuamos para salvar a los ríos y lagos, hogar de estas especies? Estamos en un momento crítico para cambiar el futuro de nuestros ríos en México y en el mundo. Si continuamos degradándolos por sobreexplotación, contaminación e interrupción de su flujo o desecación por una deficiente planeación de la infraestructura como presas o carreteras, estaremos perdiendo mucho más de lo que pensamos.
Por primera vez, un grupo de científicos trazó un mapa global para mostrar el estado en el que se encuentran los ríos del mundo. Concluyeron que solo 37% de los ríos más extensos sigue fluyendo libremente, es decir, sin ser afectados por una actividad humana poco racional. Además, la investigación demostró el grave impacto que las presas representan en términos de mantener la conectividad entre los ríos tributarios de los sistemas fluviales. Las presas modifican el flujo natural de los ríos y fragmentan sus hábitats. Esto, a su vez, afecta el movimiento de especies y los flujos de agua, nutrientes y sedimentos, lo cual finalmente degrada los sistemas naturales, acaba con especies y reduce los beneficios que éstos ofrecen a la humanidad.
Los ríos libres son uno de los hábitats más importantes en términos de biodiversidad y servicios ecosistémicos, empezando por el agua y que incluyen la provisión de pesca para alimentar a millones de personas, nutrientes para la agricultura, sedimentos que previenen el hundimiento de los deltas fluviales, refugio para la biodiversidad en un mundo cambiante y humedales sanos que funcionan como amortiguadores frente a eventos climáticos extremos, como los huracanes.
En términos generales, son el sustento de paisajes enteros y contribuyen al desarrollo económico, a la seguridad alimenticia y al bienestar humano. Mundialmente, 2,000 millones de personas se sirven de los ríos para el consumo de agua, 25 % de la producción mundial de alimento depende de la irrigación de los ríos y, cada año, se capturan al menos 12 millones de toneladas de peces de agua dulce, lo cual provee alimento y sustento para miles de millones de personas.
En este momento, nos encontramos en el auge de la energía hidroeléctrica: más de 3,700 presas hidroeléctricas fueron propuestas o están en construcción. Si se concretan estos planes, podríamos perder cientos de miles de kilómetros de ríos libres, así como todos los beneficios que éstos aportan. En los próximos años, la infraestructura y el cambio climático ejercerán aún más presión sobre los ríos. Las temperaturas en aumento impactarán los patrones del flujo, la calidad del agua y la biodiversidad, mientras que la construcción de presas continuará segmentando los ríos, atrapando sedimento e impidiendo el movimiento de las especies de agua dulce.
Afortunadamente, hay esperanza.
México es un ejemplo de compromiso con la protección de los ríos del mundo, con el establecimiento de reservas de agua para el ambiente y la gente, se han protegido 295 cuencas que representan 40% del agua que fluye, en la mayoría de los casos, libremente en los ríos del país. Las reservas de agua protegen la biodiversidad de 60 áreas naturales protegidas y 41 humedales de importancia internacional, además de la disponibilidad del agua que abastecerá a cerca de 50 millones de mexicanos en los próximos 50 años.
La protección legal de los ríos libres del mundo es un gran paso para garantizar su conservación. Con el Programa Reservas de Agua, México fija un ejemplo de medidas legales que previenen la disrupción de los ríos como consecuencia de una planeación de corto plazo y protege el agua para evitar la sobreexplotación y el consumo en exceso. Este marco de trabajo propone una planeación integral que ayude a mantener los ríos libres, al mismo tiempo que satisface las necesidades domésticas, industriales y energéticas. En otras palabras, a través de la infraestructura y el diseño sostenible, podemos preservar los ríos libres, al mismo tiempo que satisfacemos las necesidades de la sociedad.
La investigación sobre ríos libres es fundamental para poder forjar un futuro en el cual los ríos, y su valor, perduren en nuestro planeta y en nuestro país. Nuestros ríos sobreexplotados, como el río Lerma o el Bravo, tienen que ser rescatados como muchos otros que hay en una buena parte del país. México debe extender la protección de los ríos para abarcar las 756 cuencas del país y garantizar sus beneficios para las generaciones actuales y futuras.
* Editorial publicado originalmente en El Economista, el 09 de mayo, 2019.
Fuente: WWF México | Autor: Eugenio Barrios | 28 mayo 2019