Por Nora González
Cuando se rompe algo, esa situación nos genera muchas y diferentes sensaciones: desde el miedo, la sorpresa, la angustia, la alegría, la expectación, la tristeza, la resignación, incluso la libertad y una larga lista que pueden definir lo que sentimos al ver algo que se rompe.
Si trasladamos esta escena a la vida real, nos lleva a una situación delicada cuando lo vivimos. No es fácil de asimilar, pero siempre hay algo que nos dirige a dar un paso después de lo que se ha roto.
En este caso, hablamos de estereotipos y moldes que se nos imponen… Al romperlos o salirnos de ellos, puede ser muy doloroso. Porque como seres sociales, necesitamos ese sentido de pertenencia, que en la mayoría de las ocasiones, de forma inconsciente, dicta muchas de nuestras actitudes y aceptamos condiciones de vida con las que no estamos de acuerdo o no nos hacen felices, sólo para que nos acepten.
Si no hacemos aquello que se espera de nosotros; se nos castiga. Por eso la aceptación tiene que comenzar con uno mismo, tarea nada fácil, porque la mayoría, basamos esa aceptación a partir de lo que los demás perciben de nosotros. Salirse de un molde, no encajar en un estereotipo, romper un esquema establecido, tienen un costo: nuestra propia realización y pagar el precio de la libertad.
Lo diferente asusta, incluso aterra. Porque hay que romper con lo aprendido. Ahora escuchamos cada vez más, el término “Deconstruir” y “Desaprender” que no es otra cosa que ver con otra perspectiva lo que hemos aprendido durante nuestra vida y saber que existen otras formas de vivir, de pensar y de ser. Y aunque no sean como lo esperamos, hay que aceptarlas y no vivir en constante lucha con ellas.
Destacar por ser diferente o por no “pensar como el resto” no es malo, nos lleva a entender la diversidad y a ser tolerantes. También cumplir con esas expectativas de otros sobre nuestra propia vida, nos puede hacer infelices porque nos frustra.
Cuántos profesionales existen que hicieron una carrera porque era lo que se esperaba de ellos, o por la tradición familiar. Y ese es un gran peso que llevamos sobre los hombros, pero nos lo imponen otros; por eso a pesar de una realización profesional, en lo personal podemos sentirnos truncados y viceversa.
Para tener un “sobresaliente” en geometría, rompiendo patrones, comencemos por algo pequeño, pero retador. Aquello que siempre hemos querido hacer, pero tenemos miedo por el qué dirán o por lo que pensarán de nosotros. Sentirnos bien y satisfechos con nosotros mismos es la recompensa que viene dentro de ese objeto que es necesario romper.
Esto no quiere decir que seamos egoístas y nos dejen de importar los demás. El significado de superar estas barreras, estereotipos, moldes y patrones; es que podemos tomar las decisiones que nos hagan felices y asumir las propias consecuencias, pero siendo dueños de nuestra propia vida. Y para ello, hay que romper lo que sea necesario, confiando siempre en que aquello que se ha fragmentado, nos puede otorgar justo la pieza que necesitábamos.
Artículo escrito por Nora González
Nora González cuenta con más de 15 años de experiencia en el sector social, tanto en México como en España.
Su trayectoria ha estado enfocada en áreas sociales; en el ámbito público y en Organizaciones Civiles. Además ha desempeñado cargos en Participación Ciudadana, Prevención de la Violencia de Género, Diseño y Formulación de Proyectos de Cooperación Internacional y Capacitación y asesoría en Recaudación de Fondos.