Nada es verdad, nada es mentira: todo depende del cristal de la empatía

Nada es verdad, nada es mentira todo depende del cristal de la empatía
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Por Nora González


Seguro que en más de una ocasión hemos experimentado el juego de probarnos unas gafas que no son nuestras o incluso cuando vamos a elegir unas para protegernos del sol. Esa sensación de ver de otra forma a través de un objeto, puede ser la mejor similitud para entender la empatía.  Más allá de ponernos en los zapatos del otro y experimentar sus emociones y entender lo que vive, para no juzgarle, es saber mirar la vida a través de sus ojos.

Afortunadamente la empatía es una habilidad social que podemos ir adquiriendo si es que no la conocemos o no la hemos llegado a aplicar en la vida. Es básicamente lo contrario al impulso de juzgar cuando estamos frente a una situación que no entendemos o no encaja en nuestros criterios.

Con la existencia de las redes sociales, pareciera que la empatía más bien se desvanece, con esa sensación de inmediatez que nos provoca el exceso de imágenes e información y la rapidez con las que éstas pasan por nuestros ojos…. Muchas veces no somos capaces de registrar con calma y analizar lo que leemos o vemos en los medios digitales. Y emitimos opiniones y comentarios sin pensar o filtrar antes el contenido de lo que escribimos, hiriendo con ello a las personas que están del otro lado, que ni siquiera sabemos quiénes son.

La empatía nos enseña lo contrario a esa inmediatez y a no emitir juicios sin pensar en el otro. Ponernos esas gafas, es el mejor ejercicio gráfico que nos define cómo es ver “con otros ojos”. Se trata de comprensión y sobre todo de no arreglar la vida de los demás o señalar sus errores, sino de entender que cada uno responde a las circunstancias de una manera muy diversa, porque no contamos con los mismos medios, educación, recursos, capacidades, habilidades, cualidades, etc. Si ya comenzamos diciendo o pensando “yo hubiera hecho o dicho” no somos empáticos.

Cuando se está atravesando por algo difícil en la vida, lo que menos ayuda es que llegue alguien, ya sea familiar, amigo o conocido y te diga “lo que ya sabes” o determine que estás así porque es tu culpa. La empatía en estos casos es clave para fomentar una sociedad más sana, porque previene muchos problemas de discriminación e incluso de odio. Especialmente cuando hay diversidad ideológica. Y aún más en las circunstancias en las que vivimos actualmente con un país tan polarizado, donde parece que, si no se piensa igual, hay que atacar e insultar.

Cuántas veces nos han dicho que es recomendable pensar antes de hablar…. Es un ejercicio difícil, que básicamente deberíamos practicar de por vida. Para empezar, podemos detenernos y pensar si lo que estamos diciendo o escribiendo, no lastima o hiere. Y si nos arrepentimos en algún momento porque hemos dicho algo sin pensar, ya es una buena señal.

La empatía es una ventana pequeña, pero nos puede llevar a una cierta luz; especialmente a comprender, entender y a apoyar. Para evitar juzgar y lastimar más a quien ya de por sí lo pasa mal. Los niños suelen ser muy empáticos, por su natural curiosidad y capacidad de asombro, preguntan y quieren entender qué pasa. Aprendamos de esas cualidades espontáneas; con esa sencillez natural. Y practiquemos esta habilidad, que hay que ejercitarla, para no olvidarla.

Usemos más gafas, aprendamos a ver la vida con los ojos de los demás.


Artículo escrito por Nora González


Nora González cuenta con más de 15 años de experiencia en el sector social, tanto en México como en España.

Su trayectoria ha estado enfocada en áreas sociales; en el ámbito público y en Organizaciones Civiles. Además ha desempeñado cargos en Participación Ciudadana, Prevención de la Violencia de Género, Diseño y Formulación de Proyectos de Cooperación Internacional y Capacitación y asesoría en Recaudación de Fondos.

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